Armenia, un país de mil tesoros escondidos

Hacer un viaje a Armenia es descubrir un país poco conocido, lejos del turismo de masas. Nacida sobre las ruinas del Imperio Ruso, la Armenia actual ocupa solo la parte oriental de la Armenia histórica y reúne apenas a la mitad de los armenios del mundo. Este país, rico en historia y cultura, ofrece paisajes variados que van desde majestuosas montañas hasta valles verdes. Los visitantes pueden explorar antiguos monasterios, degustar una sabrosa cocina local y conocer a habitantes cálidos y acogedores. Armenia es un destino ideal para aquellos que buscan vivir una experiencia auténtica y enriquecedora.

Visitar Armenia es, ante todo, descubrir su hermosa capital, Ereván. Su centro histórico está lleno de bellos edificios del siglo XIX, pequeñas plazas encantadoras y museos, mientras que su periferia está marcada por edificios soviéticos. La vida cultural de Ereván es intensa, con numerosos conciertos, teatros y galerías de arte. Pero lo que hace que la capital armenia sea tan entrañable es sobre todo la cálida acogida y la amabilidad de sus habitantes. Situado a 1,900 metros de altitud y con una superficie total de 940 km², el lago Sevan es una parada refrescante en verano, mientras que en Ereván hace un calor sofocante. ¡Lo que lo hace casi tan famoso como el Monte Ararat! De un azul profundo, es también uno de los lagos más ricos en peces de Armenia, perfecto para los aficionados a la pesca. A unos 10 km de Garni y su magnífico templo grecorromano, no lejos de Ereván, en medio de un cañón, se encuentra el monasterio de Geghard. Este monasterio, que debe su nombre a la lanza que atravesó el cuerpo de Cristo, fue construido en el siglo XIII. Tiene la particularidad de ser en gran parte subterráneo. Es una visita obligada en cualquier viaje a Armenia.

Armenia no es un destino turístico convencional, lo que ofrece ventajas para los aficionados a los viajes fuera de lo común. Este carácter atípico se refleja en infraestructuras turísticas particulares, típicas de muchos países de la ex-URSS. Sin embargo, se gana en autenticidad y a veces en exotismo y pintoresco. El cambio de escenario está aún más asegurado ya que Armenia es un país donde chocan las culturas, donde Oriente y Occidente se encuentran. La cristiandad armenia, con su liturgia heredada de Bizancio y sus ritos influenciados por el paganismo, es decididamente oriental. Pero el contraste es sorprendente entre un monasterio con silueta románica enclavado en un paisaje de pradera y la alta meseta quemada por el sol que recuerda a las estepas de Asia Central. En Ereván, la atracción por Occidente es visible en una juventud sensible a las modas musicales y vestimentarias provenientes del Oeste. Sin embargo, la despreocupación oriental de una población en las terrazas de café recuerda la proximidad de Irán.