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Lejos de los clichés de una tierra desolada, Etiopía sorprende por la inmensidad de sus fértiles extensiones. Mientras que vastos territorios están cubiertos por la naturaleza "domesticada" por el hombre en beneficio de una agricultura todavía rudimentaria, los espacios vírgenes -algunos de los cuales están aún inexplorados- abundan en vida silvestre y una flora extremadamente rica. El endemismo es el sello distintivo de esta biodiversidad; 26 especies de mamíferos, 18 de aves y otros tantos anfibios, insectos o reptiles sólo se encuentran en Etiopía. En cuanto a la flora, lejos de estar totalmente registrada, el endemismo también representa un porcentaje muy alto que abarca varios cientos de especies.

Etiopía no se abrió realmente al turismo hasta hace unos diez años y, aunque su gran potencial está empezando a ser explotado, todavía estamos lejos del turismo de masas y de los cambios culturales que conlleva con demasiada frecuencia. La debilidad de las infraestructuras turísticas lleva al visitante a una inmersión total en el corazón de la vida de las personas, por lo tanto un contacto verdaderamente auténtico, una fuente de sorpresas y maravillas.

80 lenguas y culturas distintas, más de 200 dialectos, 6 regímenes climáticos que abarcan zonas desérticas o de sabana, altiplanos y relieves montañosos que albergan su propia fauna y flora, una sociedad marcada por las influencias de las dos grandes religiones, la ortodoxa y la musulmana, y por la supervivencia de ritos animistas ancestrales, son algunos de los elementos que dan una idea de la extrema diversidad de este mítico país, tierra de predilección de los etnólogos, que nunca ha dejado de fascinar a lo largo de los siglos.

Hay tantas formas de turismo en Etiopía como se pueda imaginar, y los amantes de la emoción y el cambio total de escenario no se sentirán decepcionados. Caminar o montar un burro por las montañas de Simien, correr el desierto de Afar tras las huellas de caravanas nómadas o hacer rafting por el río Omo para encontrarse con las tribus animistas, en medio de una abundante vida salvaje, le dejará recuerdos inolvidables.

Etiopía es un país que nunca se entiende del todo y que parece que se aleja a medida que uno piensa que se acerca. Basada en mitos y leyendas, la historia popular se escribe en paralelo con la historia oficial, con la que a menudo se confunde. Aunque en gran medida cristianizada e islamizada, la población etíope ha desarrollado una especie de sincretismo que mezcla creencias con espíritus, ritos de purificación y medicina tradicional que coexisten con rituales animistas. Aunque a veces uno puede sentirse frustrado por tales inexactitudes, incluso las mentes más racionales se verán hechizadas por estos mitos fundadores que han pasado a través de los siglos y que ningún etíope aceptaría ser desafiado.

En la escena africana, Etiopía parece ocupar un lugar especial que nunca deja de sorprender y confundir incluso a los conocedores africanos. Aunque Addis Abeba, la sede de la Unión Africana, no duda en afirmar que es la capital diplomática del continente, la noción de la africanidad como parte de este grupo continental es bastante variada. Egocéntrica, desde hace mucho tiempo reacia a las influencias externas, Etiopía está celosa de sus particularidades y de su destino, de los que deriva un cierto sentimiento de superioridad. Dentro del propio territorio, parece haber surgido una especie de estructura de castas no oficiales entre los habitantes ortodoxos de las tierras altas (amharas y tigrayas), que han sido los guardianes de la historia y el poder durante siglos, la mayoría oromo, un grupo de los cuales se considera ignorado, está luchando contra el poder central, y los grupos étnicos con estructuras tribales que viven en las fronteras del país de acuerdo con sus propias tradiciones ancestrales. Estos grupos étnicos, que reúnen a los etíopes "negros", como los llaman sus compatriotas con un toque de condescendencia, parecen totalmente ajenos a la mística ortodoxa etíope, perpetuando las estructuras sociales y las creencias ancestrales de una África de misterios insondables.